Mujeres en Marcha
Mujeres en Marcha
Textos curatoriales de la exhibición
"Mujeres en Marcha" en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Talía Bermejo, Curadora
Historiadora del Arte
Investigadora del CONICET y de UNTREF
Mujeres en marcha (estudio para mural), lápiz color sobre papel, 65 x 50 cm., Buenos Aires, sin fecha.
Texto de presentación
"Para la mujer creadora de nuestra época, para la mujer artista que, esclarecida, sabe asumir su responsabilidad social y su responsabilidad de artista, existe un imperativo: (...) la búsqueda de un camino integral donde coexistan una veraz expresión de la realidad circundante y un sólido conocimiento consciente de la forma o medio de expresión. Así, nuestra mujer creadora, armada de un sólido lenguaje plástico podrá expresar en profundidad la visión de su mundo." - Cecilia Marcovich, cuaderno de clases y anotaciones, Buenos Aires, 1971
Cecilia Marcovich fue pintora, escultora, maestra y activista por los derechos de las mujeres. El desarrollo de su carrera se vio atravesado por la necesidad de enfrentar los roles convencionales de esposa y madre para, finalmente, romper con las expectativas del género y diseñar sus propios itinerarios. Como tantas otras, su trayectoria ha quedado invisibilizada en la historia del arte argentino. Mujeres en Marcha abre un capítulo nuevo de esa historia con el propósito de resituar su lugar en el desarrollo del arte moderno.
El título de la exhibición alude a la obra homónima que Cecilia Marcovich realiza en un período de madurez artística. La escena representada sintetiza una zona vital de sus búsquedas a lo largo de toda su carrera y, a su vez, funciona como hipótesis del planteo curatorial donde cada eje se enfoca en los temas principales de su producción sin atenerse a una cronología estricta en el espacio: su paso por Río de Janeiro, la formación en Rosario, el aprendizaje junto a los grandes maestros en París, Buenos Aires y su rol en la enseñanza artística, los viajes al Norte y la inmersión en realidades distintas. Cada uno de los episodios en la trayectoria de Marcovich reúne a todas esas otras mujeres, observadas con empatía y retratadas en sus luchas cotidianas, en su belleza y en su diversidad.
Rosario
(1912-1915)
(Imagen 1) Paisaje, óleo sobre tela montado en cartón, 13 x 11 cm., Rosario, sin fecha. (Imagen 2) Paisaje, óleo sobre cartón, 25 x 27 cm., Rosario, sin fecha.
Cecilia Marcovich comienza su formación en la ciudad de Rosario, cuando la escena artística se destaca con la presencia de artistas italianos en las artes decorativas, la música y el teatro como así también en la creación de talleres y academias de artes visuales. Es el caso de Mateo Casella, su primer maestro, escenógrafo y decorador napolitano. Desde 1904, Casella residía en aquella ciudad y, a partir de 1905, sentaría las bases para la creación de la Academia Domenico Morelli, considerada un hito en la historia de la educación artística. Allí se formó la primera generación de pintoras/es rosarinas/os entre quienes estuvieron Alfredo Guido, Emilia Bertolé y Augusto Schavoni; también César A. Caggiano con quien, luego, Cecilia continuaría sus estudios.
En 1909, muere su madre y la joven de 14 años debe interrumpir sus estudios para ocuparse de las tareas domésticas y del cuidado de sus tres hermanos menores. Pocos años después, obtiene una beca para estudiar con Caggiano en los cursos nocturnos que se dictan entonces, probablemente esto sucediera entre 1912 y 1915. Por entonces, Cecilia tiene oportunidad de visitar el Petit Salón, organizado en 1912 por Caggiano junto a Emilia Bertolé y Alfredo Guido, y conocer también la obra de artistas como Ramón Silva, Valentín Thibón de Libian, Walter de Navazio, Pedro Delucchi, Eugenio Daneri, Luis Falcini, Nicolás Lamanna y otros.
París
(1925-1931)
(Imagen 1) Sin título, óleo sobre papel montado en cartulina, 51 x 34 cm., París, sin fecha. (Imagen 2) Retrato de joven, acuarela sobre papel montada en cartulina, 31 x 22 cm., París, sin fecha.
Marcovich llega a París en 1925, la meca donde enseñaban los grandes maestros y también circulaban artistas de vanguardia como Picasso, Modigliani, Chagall o Soutine. Si para la mayoría de las/os argentinas/os, el viaje significaba un esfuerzo económico, competir por una beca o buscar el apoyo familiar, para Cecilia tuvo implicancias adicionales desde el momento en que se embarca con sus dos hijos pequeños (de 3 y 5 años), un par de maletas y la pensión que desde entonces envía Moisés Tubert, su ex marido, desde Mendoza.
Se instala en Montparnasse y dedica su tiempo a estudiar en la Académie de la Grande Chaumière, una de las academias libres más populares entre las/os latinoamericanas/os. Allí asiste a los cursos de Antoine Bourdelle y a los de André Lhote. Luego sigue trabajando con Charles Despiau y también con Paul Baudouin, con quien aprende pintura al fresco.
La estadía en Europa, hasta 1931, estuvo marcada por un nuevo corrimiento: esta vez, Marcovich no sólo enfrenta los roles convencionales asignados a la mujer, y a la madre en particular, también diseña un proyecto de vida a contrapelo de la mirada patriarcal a fin de procurarse una carrera profesional en el campo de las artes.
"¡¡Que contenta estoy!!
Después de varios meses de estudio serio veo hoy, al hacer una composición, que he progresado, pues puedo jugar libremente con mis figuras. ¡Dios mío! ¡Qué placer tan profundo!! Yo no soy creyente, pero a menudo tengo un impulso de ponerme de rodillas y agradecer a alguien por el goce divino frente a la belleza. ¡Ah! ¡Desde este punto de vista la vida es tan linda!” - Cecilia Marcovich, cuaderno de clases y anotaciones, París, 1928
Río de Janeiro
(1939-1940)
(Imagen 1) Retrato de mujer e hijo, técnica mixta sobre papel, 56 x 45 cm., Río de Janeiro, c.1939. (Imagen 2) Escena callejera, tinta y aguada sobre papel, 37 x 27 cm., Río de Janeiro, c.1939 (Imagen 3) Retrato de mujer, óleo y crayón sobre papel montado en cartón, 54 x 41 cm., Río de Janeiro, c.1939. (Imagen 4) Retrato de hombre, técnica mixta, monocopia y lápiz, 35 x 24 cm., Río de Janeiro, c.1939.
Cecilia Marcovich viaja a Río de Janeiro en 1939. El contacto con el renombrado pintor Cándido Portinari y la potente escena carioca, componen el escenario para crear lo que sería un leitmotiv en la producción de Marcovich a lo largo de toda su carrera.
Trabaja intensamente en esta ciudad a lo largo de un año. A través de un amplio conjunto de pasteles, dibujos y óleos, a los que se suman cabezas y figuras en yeso, esta zona de la exhibición muestra su interés en la vida de las favelas y la empatía por sus modelos. El protagonismo de la mujer afrodescendiente aparece como tema central en escenas callejeras y de trabajo, maternidades y retratos, tanto como en la mirada volcada hacia las infancias.
Estos temas adquieren tal sentido y relevancia en su producción que, años después, ya en Buenos Aires, continúan desplegándose en nuevas series compuestas por las cabezas monumentales realizadas en piedra en los años 50 y 60. A través de ellas madura un lenguaje plástico nuevo, destacado por la síntesis que surge de otra materialidad y otra escala.
"Solo quisiera realizar aunque sea seis centímetros de escultura dignos de sobrevivir. Un pedazo de escultura que diga bien que también yo he sabido agregarme, humildemente, pero con voz honrada, al canto a la vida que levantan los grandes espíritus.” - Cecilia Marcovich, cuaderno de clases y anotaciones, Buenos Aires, octubre, 1938
La enseñanza artística
(1940-1970)
(Imagen 1) Autorretrato, grafito y tinta sobre papel, 27 x 21 cm., sin lugar y fecha. (Imagen 2) Estudio, lápiz sobre papel, 31 x 24 cm., sin lugar y fecha.(Imagen 3) Autorretrato, grafito sobre papel, 75 x 55 cm., Buenos Aires, c. 1960. (Imagen 4) Retrato, lápiz sobre papel, 65 x 50 cm., Buenos Aires, 1960.
Desde comienzos de los años 40 y a lo largo de más de treinta años, Marcovich funda y dirige en Buenos Aires la Asociación Plástica Argentina, una escuela-taller alternativa a la academia oficial. En los fondos de una vieja casona sobre la calle San José al 1500, la Asociación desarrolló una peculiar y novedosa modalidad en la formación artística. En principio, la escuela funcionaba al estilo de una cooperativa en la que todos los gastos -desde la renta, la luz y la leña para calefaccionar hasta los honorarios de la/os modelos- se prorrateaban entre la/os alumna/os. Por otro lado, abría una opción diferente para quienes decidieran incursionar en las artes visuales: con elementos cercanos a los métodos que Marcovich había incorporado en París, ofrecía clases de dibujo, pintura y escultura según los cánones estéticos del arte moderno, en línea con los preceptos de Cézanne y las enseñanzas de Bourdelle y Lhote. Como formadora de artistas, entre sus estudiantes se cuentan Demetrio Urruchúa, Rubén Fontana, Alberto Greco, Juan Melé, Walter Carnevaro, Amalia Polleri, Elda Bosisio, Hugo Hojman, Victoria Shraer y Alberto Giudici.
En una época en la que el lugar del maestro estaba ligado a la masculinidad, este proyecto la ubicó en un campo de acción poco transitado por las artistas, en el que se destaca en su rol de fundadora y líder de una organización. Por último, otro de los aspectos más notables de la escuela fue el interés por generar un espacio democrático e inclusivo, y especialmente receptivo a las artistas mujeres.
"Todo el mundo debiera tener más amor por la pintura. ¡Hágase un lugar en su casa para pintar! La gente piensa en dónde poner una mesa, pero lo que es más caro al corazón lo deja de lado. ¡Debe luchar por tener un lugar para su caballete en su hogar!” - Cecilia Marcovich, cuaderno de clases y anotaciones, Buenos Aires, noviembre de 1950
El Norte
(1940-1950)
(Imagen 1) Madre e hija, pastel tiza sobre cartulina, 51 x 36 cm., Humahuaca, sin fecha. (Imagen 2) Retrato de mujer, pastel tiza sobre papel, 50 x 35 cm., Humahuaca, sin fecha. (Imagen 3) Hombres trabajando, lápiz sobre papel, 38 x 28 cm., Hornos de Zapla, sin fecha. (Imagen 4) Trabajador, lápiz sobre cartulina, 37 x 27 cm., Hornos de Zapla, sin fecha.
Hacia fines de los años 40 y durante la década del 50, Marcovich inicia una serie de viajes por el norte argentino, recorre las provincias de Salta y Jujuy y llega hasta Bolivia. Eran los itinerarios propios de la época que también alentaron a otras/os artistas de su generación con la intención de conocer las distintas realidades del país, como fue el caso de Ramón Gómez Cornet, Gertrudis Chale, Lino E. Spilimbergo, Raquel Forner, Antonio Berni, y Grete Stern y Annemarie Heinrich a través del registro fotográfico.
Aquellos viajes marcaron una etapa sumamente productiva en la que realiza un importante volumen de obras, en su mayoría dibujos a lápiz y pastel. Entre ellos, se destaca el conjunto sobre los Altos Hornos de Zapla en Jujuy. Por otra parte, además de los trabajadores del centro siderúrgico, y al igual que en las series de Brasil, las obras producidas durante estos viajes al norte hacen foco, fundamentalmente, en la mujer mestiza representada en escenas de la vida cotidiana, en el trabajo y a través de la maternidad.
Diálogos con discípulos de Cecilia Marcovich, conservadoras, y artistas contemporáneas